Pasajeros del mundo.

junio 16, 2017

Que no te obsesione tanto dónde quieres estar, como para que olvides valorar dónde estás. - Passengers 


Escribo esto sentada en el sofá, nada más bajar la pantalla del ordenador con los créditos de la película Passengers y Levitate sonando de fondo. Hoy ha sido mi último día por los pasillos de mi instituto hasta dentro de algo más de un año (es curioso cómo siempre aludimos a los pasillos cuando es en el aula donde surge la trama de nuestro día a día); el último día que veo a muchas de las personas que han compartido clase conmigo, y profesores que han dejado huella en mí.
A primera hora, la profesora de física y química ha decidido empezar a ver esta película que si bien no ha dado tiempo a terminar, ha despertado el gusanillo en mí y me ha hecho correr hasta la pantalla seguido de dejar las llaves de casa en el escritorio. No es la primera vez que se recurre a la ciencia ficción para plantear temas filosóficos, "cómo reaccionaría el ser humano ante la falta de contacto con otros", "la importancia de socializarnos", han estado ya presentes en más de una película.

No obstante Passengers ha llegado a mí de una manera diferente, y aunque no vaya más allá de un mero pasatiempo que mucho abarca y poco aprieta (temas de por sí densos se intentan aligerar en todo momento), me gustaría compatir una pequeña reflexión en este espacio.
Jim y Aurora se encuentran (por muy paradójico que pueda sonar) encerrados en un universo infinito. Tienen toda la vida por delante y todos los lujos imaginables a su disposición, pero el objetivo principal por el que se encuentran ahí se ha vuelto imposible. Han salido de sus cápsulas de hibernación antes de tiempo, 90 años antes de llegar al planeta de destino, tanto de su vida como de sus sueños y deseos.
Todo se ha esfumado como polvo de meteorito a pesar de que al principio se empeñen en ir en su busca.
Cada uno tenía un motivo distinto por el que llegar a este nuevo planeta (empezar de cero, buscar aventuras...), la duración de ambas estancias tenía intención de ser también diferente; después de todo, nada tiene que ver el uno con el otro, ni siquiera las clases en las que viajan.

 ---

Cuando sabes que te irás a Canadá pasas por distintas estancias hasta llegar a la que me encuentro habitando en estos momentos. De aquí en adelante, cualidades de adivinación no he desarrollado, no tengo ni idea de lo que vendrá. Las ganas de irme van in crescendo y me encuentro vagando en mi mente con lo que será mi vida allí. De aquí a un año las personas que me rodeen serán distintas, lo nuevo se apoderará de mi entorno y las posibilidades de aprender se multiplicarán por mil. De aprender de ellos, pero también y sobre todo de mí. 

Las personas a mi alrededor me recuerdan lo mucho que me echarán de menos e insisten en si es eso lo que realmente ansío, quieren mantenerme aferrada a ellos; pero lo he meditado más de una vez y lo quiero, lo deseo con todo mi ser. Por mucho que los quiera y sepa lo irremediable de que vaya a echarlos de menos, tenemos que tomar decisiones y a veces hay más de una bifurcación que nos lo pone difícil, nunca el camino se mantiene firme en la misma dirección.
La misma decisión tuvieron que abordar los personajes de esta película antes de decidir entrar en las cápsulas que serían su cama durante los próximos 120 años.

Siempre vamos tras un objetivo para conseguir la tan ansiada felicidad, y cuando lo logramos queremos que no se nos escape. Cuando, en realidad, la felicidad está escondida en las cosas más pequeñas y es ahí donde debemos hurgar.
Jim y Aurora despertaron antes de tiempo, querían volver a hibernar de cualquier modo posible. No lo había y seguían martirizándose con aquello que no iban a poder lograr, en vez de disfrutar de la vida que podían construir juntos.

En Canadá cada día cuenta; puede ser que vuelva a visitar el país pero de ningún modo las circunstancias serán las mismas. No tendré quince años, no estaré en casa de una familia nativa ni estudiaré en un high school integrada en una comunidad.

Aún queda todo un verano por delante y estoy dispuesta a exprimir al máximo todos y cada uno de los días (vale, quizá más de uno se me escape, pero la intención también cuenta ;).
Pero, ¿por qué no empezar también con una sonrisa una mañana de enero? ¿Por qué no dejamos que nuestras pupilas se dilaten al ritmo que entra la luz en la habitación, y que nuestra lengua salive cuando acercamos esa tostada de aguacate a la boca?
Cuando despiertas y ves a tus amigas cada una en una cama con las sábanas desperdigadas por el suelo, tal vez entonces sepas apreciar más cuán afortunado eres de tenerlas contigo, a las 6. De tenerte a ti, y teneros ahí.
Cuando empiezas a apreciar que en cuestión de dos meses te irás a Canadá y eso ha hecho que conozcas a personas geniales con las que también puedes quedar y escuchar, divertirte, especular. Reírte mientras seguís huérfanas, sin parar de actualizar el correo cada hora en punto por miedo a dejar algo pasar.

Siempre esperamos que algo se acabe para que empiece otra cosa que sabemos que también se va a acabar. Pero aún quedan dos meses y tampoco por eso una servidora se va a demorar, porque aún hay tiempo de por medio para disfrutar de todo lo que ahora tengo.
Y cuando lo siguiente llegue, para disfrutar de todo lo que tendré.

También te puede interesar...

0 comentarios

Lo + leído